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23, Junio 8
Se ha desarrollado en colaboración con la Universidad de Deusto. La atención a las personas mayores en situación de fragilidad social se ha convertido en uno de los focos de actividad creciente en Hurkoa. Se trata de un ámbito de intervención que, en colaboración con los servicios sociales municipales, permite mejorar la calidad de vida de las personas. En ese contexto, Hurkoa, en colaboración con la Universidad de Deusto y el apoyo del Departamento de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, ha desarrollado ‘BaTuran’ una herramienta sencilla que permite hacer una valoración sobre el grado de fragilidad de las personas.
‘BaTuran’ pretende ser de utilidad para la elaboración de los diagnósticos sociales de las y los profesionales del trabajo social y, en su caso, para la planificación de las intervenciones sociales en el ámbito de la fragilidad de personas mayores. Tanto la herramienta informática como los manuales de uso pueden descargarse de forma gratuita desde la página web de Hurkoa: www.hurkoa.eus.
La herramienta se ha diseñado desde el enfoque del trabajo social a partir de una definición que considera frágil a la persona mayor de 65 años, con capacidad cognitiva para decidir sobre su propia vida, que vive en su domicilio y que, sin embargo, debido fundamentalmente a la ausencia o debilidad de una red de apoyo, encuentra dificultades para cuestiones como mantener su hogar en condiciones adecuadas, planificar y gestionar las actividades relacionadas con la satisfacción de sus propias necesidades, participar en la vida social o comunitaria, compartir sus sentimientos y preocupaciones con otras personas y llevar a cabo su propio proyecto vital.
Por lo tanto, valora de forma individual la situación de fragilidad de las personas mayores de 65 años que viven en domicilio y que no tienen limitaciones graves en términos de dependencia en la realización de las actividades básicas de la vida diaria.
Indicadores
Su uso adapta el diseño de una hoja de cálculo informática y requiere tan solo seleccionar el indicador más adecuado en cada una de las dimensiones que analiza. Estas dimensiones se corresponden con los cuatro aspectos clave de la fragilidad, tal y como se han definido en este proyecto: actividades instrumentales de la vida diaria, redes sociales y participación social, proyecto vital y contexto.
Los distintos indicadores que aparecen en cada una de estas dimensiones permiten ofrecer una valoración del grado de fragilidad de una persona, que puede ser leve, moderada, grave o muy grave. Asimismo, se pueden identificar situaciones de pre-fragilidad sobre las que actuar con el fin de retrasar o frenar su evolución hacia posiciones de fragilidad, permitiendo identificar los apoyos una persona en cada momento.
Colaboración
El primer paso de este proyecto, en cuya elaboración ha participado también la Universidad de Deusto, fue definir qué es la fragilidad e identificar las dimensiones más importantes a tener en cuenta para su valoración. En todos los procesos llevados a cabo a lo largo de varios meses se ha contado con grupos de contraste integrados por profesionales de los servicios sociales que ejercen diariamente con personas mayores frágiles desde distintos ámbitos: servicios sociales de base, entidades del tercer sector, Osakidetza y residencias de tercera edad.
Las cuatro dimensiones
- Actividades instrumentales de la vida diaria. Se consideran necesarias para mantener los requerimientos de la vida personal y social cotidiana. Constituyen, junto con las relaciones sociales y la participación, el eje principal de integración de la persona mayor en la comunidad, y las dificultades en su desempeño o los resultados insatisfactorios de su realización son fuente de inseguridad y, a la larga, de aislamiento y exclusión.
- Redes sociales y participación social. Es el ámbito relacionado con la presencia o ausencia de referentes y con la participación comunitaria. Aunque incorpora algunos elementos objetivos y algunos relacionados con el bienestar físico, su finalidad principal es medir el bienestar o el malestar subjetivo derivado de la presencia o ausencia de relaciones sociales como fuente de apoyo como desde el punto de vista de oportunidades de participación. Este apartado contempla la familia, las amistades, la calidad del apoyo recibido, la participación y la compañía. Por lo que respecta a la soledad, su valoración tiene una consecuencia particular en la herramienta. Si bien la soledad no constituye por sí misma fragilidad, sitúa a la persona en una situación de riesgo de fragilidad, ya que es previsible que ante cualquier eventualidad (lesión, enfermedad...) su calidad de vida se viera afectada de manera significativa, por ausencia de apoyos que pudieran prestarle ayuda.
- Proyecto vital. Esta dimensión refleja la conciencia, interés y el control de la propia vida. Se recoge el interés por el propio bienestar, la toma y ejecución de decisiones favorable al mismo y, de manera general, las ilusiones, expectativas o deseos que tiene la persona en la vida y que inciden directamente en su bienestar y desarrollo personal.
- Contexto. Este ámbito refleja la naturaleza biopsicosocial de la fragilidad y, por ello, parte de la idea de que las dificultades personales y sociales pueden atenuar o agravar una situación de fragilidad. Dentro de la dimensión personal, se miden aspectos como la edad, las habilidades personales, el dinamismo vital, los sucesos vitales estresantes y la actitud personal hacia los cambios y la percepción de ayuda. En la dimensión social, se recogen indicadores relacionados con la vivienda y los recursos económicos de la persona. Y por último, la dimensión de salud recoge la presencia o no de enfermedades, haciendo especial hincapié en las consecuencias que éstas le producen a la persona.
